Expertos analizan la actualidad del teatro Amira de la Rosa

Feb 12 2017 10:07 am 0
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Después de que se diera a conocer el estudio realizado por la firma HMV Ingenieros, sobre el estado estructural del Teatro Amira de la Rosa, una de las conclusiones que más llama la atención es la que indica que el escenario cultural “presenta un alto grado de vulnerabilidad y no cumple con la normatividad de sismo resistencia vigente”. Una sentencia lógica, dado que el edificio fue diseñado y construido bajo los parámetros normativos aplicables para el año de construcción de su estructura actual, en 1980.

Después de esto en la opinión pública se han escuchado distintas hipótesis. Por un lado aquellas que contemplan la remodelación estructural del teatro, para adaptarlo a las necesidades de sismoresistencia vigentes desde la actualización de la ley en 2008. Otras sugieren su demolición para darle paso a un escenario más moderno; otras conclusiones del informe generado por la firma de ingenieros indica que “la vida útil del teatro fue superada”.

El ingeniero Carlos Arteta, profesor del departamento de Ingeniería Civil de la Universidad del Norte y experto en ingeniería sísmica, explica que no es suficiente con analizar la vulnerabilidad sísmica de una edificación para determinar si es segura, sino que esta debe entenderse en relación con otros aspectos, como el grado de amenaza sísmica y el riesgo sísmico.

Según Arteta, cuando se habla del grado de vulnerabilidad de un inmueble, se están refiriendo a qué tan preparada está su estructura para soportar niveles de fuerza sísmica, esto a su vez dependerá de los materiales usados en la construcción y la calidad de su diseño. “Puede que una edificación en sus inicios haya sido muy bien construida, pero el uso y el abuso de los ambientes pueden deteriorarla”, dijo el ingeniero.

En este aspecto se refirió al proceso de carbonatación, que también se reporta en el diagnóstico hecho al teatro. “Esto indica que el material que está protegiendo las columnas, es decir, el recubrimiento de las barras de acero, no está en buen estado, y puede que los elementos que están en el ambiente entren a interactuar con el acero y lo corroan”, señaló Arteta, y añadió que esta situación es reparable, pero desconoce cuáles serían los costos asociados para el caso específico del Amira de la Rosa.

De acuerdo con el ingeniero de Uninorte, el otro aspecto que se debe estudiar es el grado de amenaza sísmica. Este se determina por las interacciones de las placas tectónicas cercanas a un territorio específico. Un ejemplo de amenaza alta es la región del pacífico colombiano, que se encuentra en un área donde se pueden producir terremotos más fuertes por su cercanía con el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico.

En la región Caribe, ciudades como Barranquilla, Cartagena y Valledupar se encuentran en una zona de amenaza baja, donde históricamente no se han registrado movimientos telúricos de gran magnitud.

“La definición de amenaza sísmica baja, intermedia o alta es un número estadístico que depende de la historia sísmica y de la caracterización de las fallas cercanas a las regiones”, apuntó el experto. Para Arteta, debido a que los registros históricos sobre terremotos en el Caribe no son muy completos, “la incertidumbre de la amenaza sísmica es alta”, dado que no se cuenta con datos más detallados del comportamiento sísmico que ha experimentado la región.

Finalmente, la ecuación la completa el riesgo sísmico, que está asociado a la probabilidad de perdida de vidas y la afectación de patrimonio. El riesgo es el resultado de la amenaza y la vulnerabilidad sísmica. Si ambas son altas, el riesgo sísmico es alto; y si ambas son bajas el riesgo es bajo.

“Para el caso del Teatro Amira de la Rosa, la amenaza sísmica es baja, por estar ubicado en Barranquilla y, según dicen las conclusiones del estudio, la vulnerabilidad es alta, pero no es tan fácil definir cuán alto es el riesgo sísmico sin hacer un ejercicio de análisis completo”, afirmó Arteta.

¿Qué dice la ley de reformas antisísmicas en el país?

Aunque el Reglamento Colombiano de Construcción Sismo Resistente (NSR-10), indica que las construcciones existentes cuyo uso es clasificado como edificaciones de atención a la comunidad, localizadas en zonas de amenaza sísmica alta e intermedia, se les debe evaluar su vulnerabilidad sísmica, Arteta recordó que Barranquilla está en una zona de amenaza baja, y según la Ley 1228 de 2008 del NSR-10, “ninguna estructura en zona de amenaza sísmica baja está en obligación de ser actualizada sísmicamente, lo cual no excluye que su propietario quiera hacerlo de manera voluntaria”.

Con base en esto, el experto considera que si se decide hacer una actualización estructural en el teatro, para hacerlo competente ante las cargas sísmicas que propone la norma actual, se podría hacer a través de intervenciones, sin tener que llegar al extremo de su demolición.

El valor patrimonial del Amira

Además de ser considerado un ícono de la ciudad, el Teatro Amira de la Rosa es un referente del movimiento arquitectónico Moderno, que tuvo lugar entre los años cincuenta y mediados de los sesenta. Por las cualidades estéticas de la edificación y por conformar lazos de pertenencia, identidad y memoria con la comunidad, el Ministerio de Cultura lo declaró como Bien de Interés Cultural del Ámbito Nacional, según la resolución 1277 del 31 de agosto de 2006.

La arquitecta Rossana Llanos, profesora que hace parte de la Línea de investigación en Historia y Patrimonio de la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de Uninorte, explicó que cuando un edificio es declarado como patrimonio nacional, pasa a ser protegido por el régimen legal previsto para este tipo de inmuebles, por lo que cualquier intervención, o incluso ampliación, tendría que contar con la autorización del Ministerio de Cultura.

Llanos considera que al reemplazar los edificios de valor histórico de Barranquilla se está quebrantando la historia y memoria colectiva de la ciudad. “Debemos preservar este tipo de edificios y construir otros que vayan de acuerdo con las necesidades actuales para que sean complementarios entre ellos, porque hacen parte de la infraestructura que la ciudad se merece”, expresó.


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