La inspección del cadáver de Darley María Guzmán Pérez se había convertido en un espectáculo para los habitantes del barrio La Magdalena.
Risas, gritos, tomadas de pelo, roces accidentales y voluntarios, llantos de bebé, algo de humo de cigarrillo y mucho, mucho sudor, rodeaban la escena del crimen que habían perpetrado contra la mujer de 30 años que, a las 12:30 del mediodía de este martes, yacía sin vida y tendida boca abajo sobre el pavimento.
Los testigos de aquella escena eran decenas; sin embargo, muy pocos podían dar cuenta de lo que había ocurrido a las 11:50 de la mañana, en la carrera 5B con calle 38B, cuando un hombre que conducía una motocicleta Yamaha RX de color negro habría abordado a Darley, según el informe preliminar emitido por la Policía Metropolitana de Barranquilla.
A esa hora y en ese lugar, según las autoridades, el hombre cuya identidad no ha sido revelada, habría utilizado un arma de fuego para acabar con la vida de Darley y, posteriormente, darse a la huida sin dejar mayor rastro.
Uno a uno, los familiares de Darley llegaban a la carrera 5B para ponerse al tanto de la situación y, con rostros que no reflejaban otra cosa que dolor, se sumían en largos abrazos bajo el sol de mediodía.
En una esquina del perímetro que había acordonado la Policía, en silencio, una adolescente de aproximadamente 16 años miraba la escena como procesando todo, analizándolo todo.
“¡Uy!, ella quedó traumatizada. Una amiga mía de por la casa la conoce”, dijo otro adolescente que había llegado desde calles abajo para tener la noticia de primera mano.
Se trataba de la hija de la víctima, que 30 minutos antes había visto a su madre caer al suelo producto de un disparo y una hora atrás la habría acompañado a buscar su informe de notas en el colegio.
“Yo no vivo aquí, pero vine a ver. Lo que dicen es que ella venía caminando con la hija, se acababa de bajar del bus y llevaba el boletín en la mano cuando el tipo le disparó”, explicó un hombre que se sumaba al cúmulo de personas que, desde la esquina de la calle, se apresuraban para intentar ver al menos una mancha de sangre.
Los chistes de los espectadores y las amenazas de comparendo de los patrulleros que vigilaban el procedimiento chocaban directamente con los alaridos de dolor de los allegados a la víctima.
Mientras tanto, miembros del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía inspeccionaban las características del cadáver con sumo cuidado.
En la cabeza, con una cinta métrica, calcularon el lugar exacto en el que le había impactado una de las balas cuyos cartuchos recogieron del suelo en pequeñas bolsas de papel.
También, debajo de la blusa ensangrentada, los forenses hallaron un orificio de salida de la bala que le habría impactado por la espalda.
Al final, el CTI retiró el cadáver de Darley envuelto en un plástico especial de color blanco, mientras sus familiares dialogaban con agentes de la Sijín que se encargarían de iniciar las investigaciones pertinentes al caso.
Aunque no se tiene certeza de la identidad del homicida, la Policía informó que ya se alertaron todas las unidades para dar con el paradero del responsable. De lo que sí se tiene plena seguridad es que las últimas flores que recibió Darley fueron las de la sábana con la que generosamente cubrieron su cadáver.
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