Así es la vida, así es el fútbol. El mismo jugador que devolvió a la vida al Deportivo Pasto, Ray Vanegas, fue el que terminó dándole la novena estrella al Junior de Barranquilla. En esto también juega la experiencia. Un gol de Vanegas llevó a los pastusos al desempate desde el punto penalti. Pero luego se dejó provocar de Viera en el quinto y definitivo cobro para su equipo. Lo mandó callar, se salió del partido y terminó mandando la pelota por encima del arco.
Otra vez en Bogotá, como en 1977, cuando Junior colgó su primera estrella en el escudo. O como en aquella noche de 1995 en la que el ‘Pibe’ Valderrama no quiso dar la vuelta olímpica, molesto por una derrota 3-1 con Santa Fe que, al final, no tuvo consecuencias. O como en aquella noche de 2015 en la que, también contra Santa Fe, ganó la Copa Colombia, con ese hombre hecho milagro llamado Julio Avelino Comesaña en la raya (véase nota alterna). ¿Que a Junior no le gusta la altura ni el estadio El Campín? Pues de sus nueve estrellas, tres las ganó en la ‘nevera’, como le dicen esos costeños que aún celebran.
La alegría, la algarabía, seguramente el baño de harina, el gran festejo, aunque con una extensión a Bogotá, seguramente se está dando aún a esta hora en Barranquilla. Porque el juego como tal, tanto en los primeros 90 minutos en Barranquilla como en la segunda mitad de la final en El Campín, resultó ser frío, como la noche bogotana que recibió un juego con sede improvisada, después de que la Dimayor decidiera que en Ipiales no se podía jugar y obligara al Deportivo Pasto a trastearse, con todo y seguidores, a Bogotá.
La fiesta se vivió más en el momento previo que en los 90 minutos, con más de 100 buses recorriendo el país de sur a norte y de norte a sur, con destino a la capital. Fue un partido duro, en el que se pegó mucho (el árbitro Carlos Betancur, de buena actuación, sancionó 31 faltas, 15 del Pasto y 16 del Junior), en el que no hubo mayores acercamientos a los arcos, en el que al Junior le costó encontrar, como le había pasado en el Metropolitano, las vías para acercarse al arco de Neto Volpi.
Pero el que tenía la ventaja era Junior, y el que estaba obligado a ganar era Deportivo Pasto. Pero el equipo nariñense, que ataca poco pero tiene efectividad, tampoco es que haya estado muy cerca de conseguir un gol. Parecía mostrar una actitud diferente a la del resto de la temporada cuando en la primera jugada del partido, Andrey Estupiñán intentó sorprender al portero Sebastián Viera con un remate desde afuera del área que pasó por encima del arco sur de El Campín. Pero fue una acción aislada. Esa, más un remate que atajó Viera, pero en el que hubo una mano previa. Eso, lo único que quedó en la libreta de apuntes como intenciones ofensivas del Pasto.
El de la obligación, repetimos, era el Deportivo Pasto. Pero no encontraba la vía para hacer daño. Solamente un milagro o un error podía salvarlo. Y llegó lo segundo, en el minuto 81: Sebastián Viera jugó un balón al borde del área, donde Gabriel Fuentes, improvisado como zaguero central tras las repetidas lesiones que dejaron sin opciones al DT Julio Comesaña, no supo qué hacer con la pelota. Y en esa duda, Ray Vanegas aprovechó para robarse la pelota y anotar el gol que llevó la serie al desempate desde el punto penalti.
Había nervios en los hinchas del Junior, seguro. Los antecedentes en desempates desde el punto penalti no ayudaban a los barranquilleros. El más reciente, el de la Copa Suramericana, en la que el equipo de Comesaña perdió la final con Atlético Paranaense. Pero esta vez, Junior dio una muestra de efectividad impresionante. No falló ninguno de sus cinco cobros. Acertaron Narváez, Rangel (que había entrado por Teo Gutiérrez), Rafael Pérez, Sánchez y Viera. Solamente el de Pérez tuvo algo de susto, pues Neto Volpi alcanzó a rozar la pelota.
Pasto también había acertado todo: Jown Cardona, Carlos Núñez, Mariano Vázquez y Neto Volpi no fallaron, y eso que el portero Viera intentó distintas tácticas para tratar de sacarlos del partido. La última fue la que le funcionó: Ray Vanegas se dejó provocar, se desconcentró y mandó la pelota muy por encima del arco. Ese balón aún no ha caído. Seguramente, se encontró por el camino la estrella ‘tiburona’.
No fue un semestre fácil para Junior. El fracaso en la Copa Libertadores le costó la cabeza a Luis Fernando Suárez, el técnico que había reemplazado a Comesaña en enero, cuando se fue a Colón de Santa Fe. Pero el antioqueño había dejado al equipo en el cuarto lugar de la Liga. Comesaña completó la tarea. Y hoy Junior tiene la novena.
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